martes, 19 de abril de 2011

Aprendiendo a sonreír descalza


Rosa Machado presentará hoy un nuevo libro. “La sonrisa descalza” es su nombre y es su cuarta obra editada, después de un largo paréntesis de diez años desde la aparición de “Salmos domésticos”. Fue larga la espera. Un silencio desafiante del “motor del mundo” que “no permite recreos” y que dio por fruto una obra que “relata” en clave poética algunos momentos comunes de la existencia. Rosa Machado le canta, como hace tiempo atrás, a las ballenas y también a la casa “que alberga el alma del que amanece en ella”, a las hormigas; a las ceremonias suntuosas, a las bolsitas en el viento; a los jardines que cada tarde esperan “la gloria del agua fresca”, al hermano muerto que se queda con “los ojos llenos de alboradas”... No es una celebración este libro, como aquella “Fiesta de mandarinas” (1999), pero sí recoge los días diáfanos de una mujer que encuentra en la literatura “la posibilidad de poner palabras en la oscuridad”. “La sonrisa descalza” será presentada hoy, a las 19, en la Biblioteca “Dr. Victorino de la Plaza” (Sarmiento y Belgrano). Se referirán a la obra César A. Alurralde y Antonio Gutiérrez.
Diez años han pasado desde tu último libro publicado. ¿Qué hubo en medio?
En medio de esos diez años estuve aprendiendo la manera de sonreír descalza. Varias cosas tuve que vivir para eso, no fue fácil. Pero así yo distingo dicha de quebranto, dice Violeta Parra. Del transcurrir, hay momentos, partículas de experiencia que garabateo improvisadamente y después trabajo. En algunas celebro las bendiciones que me llegan, en otras sale el esfuerzo por darme cuenta de la destrucción que amenaza. Al fin tengo un libro, después de diez años.

¿Este libro es un llamado a la mirada introspectiva?
Relata algunos eventos comunes de mi existencia, como la boda de mi hija, el hacer frente a la enfermedad y resistir, la importancia que vi en regar los jardines a diario para que florezcan, el temor, el temblor o la alegría de compartir la palabra.

Se dice que la poesía nace de la necesidad de misterio y de revelación, ¿Lo vivís así?
El poeta en Salta fue el que se animó a revelar a gente que la cultura mantenía invisible. Dávalos habló del Tata Sarapura, Castilla elogió la copla de Eulogia Tapia, Adet se puso el saco del mendigo, el poeta Rivella habla del hombre montaraz, de su sentimiento. En toda esa poesía el lenguaje expresa la lucha de la igualdad social, y, hablo como lectora, muestra en belleza lo que otras ciencias no podrían.
Para muchos, hacer metáforas es hacer poesía. ¿Coincidís o preferís la simpleza y la desnudez que ahora -a mi modo de ver- cultivás?
Para hablar de la metáfora te cuento que una empresa de taxis en Grecia se llama “Metaphora”, te lleva en determinada dirección, es vehículo del destino al que te dirigís. Los políticos usan metáforas en sus discursos, llevan a un lugar que ambicionan y nadie puede negar que luego hacen otra cosa. La insoportable levedad del ser pone en peligro la palabra.
¿Qué ha significado la literatura para vos?
Es la posibilidad de poner palabras en la oscuridad, arraigada a mi propio universo natural como a un barco en la tormenta. Es una manera de eliminar la burka sin renunciar a lo femenino.
                                                                 Nota de Fernanda Abad- Diario El Tribuno-Salta
 
  http://www.eltribuno.info/salta/15292-Aprendiendo-a-sonreir-descalza.note. 

martes, 5 de abril de 2011

Comentario a "La Sonrisa Descalza" libro de Rosa Machado


Como en otras ocasiones, la poesía de Rosa Machado, surge, en este nuevo libro, desde la grieta y el límite que le susurran las voces que ella sabe y puede oír, y que llegan desde el mundo de lo cotidiano, un mundo que se nombra en plantas, en tejidos, en soles, en dulces recuerdos, palabras que ella salmodia y, como una vestal, ofrenda a los dioses más primigenios de la tierra y el cielo: Rosa retoma la palabra prístina de la sacerdotisa que es palabra de mujer, palabra marcada por la experiencia y los sentidos, por el amor y los misterios de la vida, poesía de lo concreto, del pan, de los árboles, de los pájaros, de las bestezuelas domésticas, alejada de abstracciones y explicaciones racionalistas. A través de este libro, y de sus libros anteriores, la poesía de Rosa Machado se sitúa como una de las más originales y personales voces de la lírica argentina actual. Alejada de toda impostura formal, de los semblantes de pretendida rebeldía y feminismo, La sonrisa descalza aparece despojada de retórica, cristalina y desnuda como las náyades de los arroyuelos de la primera literatura, que fue la poesía de los campos y los ríos, y va sin calzado, por los trabajos y los días.

Como Alfonsina, Rosa se “levanta temprano” y prepara la mesa para el amor y también sabe ser poeta y vivir como poeta en un compromiso constante y desvelado con la escritura y con el oficio de escribir. Y en este punto aparece la dimensión ética de su trabajo poético, una ética que no elude el silencio y la espera, el camino nada fácil de la palabra liberada de malentendidos, de intereses y superficialidades, arduo trabajo de ensimismamiento y decantación al que la poeta somete la expresión y experiencia poética, donde se dice y se cincela con amorosa dedicación, a través de un recogimiento casi místico, para entregar al lector y al tiempo composiciones plenas, reconcentradas en un ritmo de serena comprensión y madurez. En este sentido, puede pensarse que la poesía de Rosa Machado, en esta instancia, aparece “iluminada”, siempre concisa, pero sin dejar de buscar la belleza y el asombro de la palabra poética, lo que caracterizó siempre su obra. Si en los poemarios anteriores de Rosa surgían figuras barrocas, en La sonrisa descalza, surge la figura clásica, como si se cumpliera la trayectoria obligada del poeta que pasa del romántico clamor de la juventud a la transparencia clásica de la madurez. Sin embargo, hay algo novedoso en la expresión de este libro: el predominio de las imágenes de movimiento: se danza, se mece, se mueve el universo a través de la mirada cósmica de la poeta, como si se aseverase que todo es movimiento, paradójicamente eterno, como los gestos de la bella danzarina.

Acompañada por las reverenciadas y amadas voces de Wislawa Zymborska, Federico García Lorca, Manuel J. Castilla, decires mapuches que llegan desde la memoria colectiva, Juan L. Ortiz y el alma única y excelsa de San Juan de la Cruz, cada una de las composiciones de La sonrisa descalza recuerdan al lector que el camino de la vida puede cumplirse a través de una mirada dispuesta a amar y divinizar las empresas humanas en un acto de soberana belleza, oyendo los tenues llamados de los brotes de los lapachos en primavera, del sol, contemplado los pasos de bailarina de la hija y las miradas de los enamorados.

Con respiración de maga o de ángel, Rosa descifra el universo y dota a su paleta de poeta de verso libre, con un mensaje de claridad y vida. En suma, lo ético surge en su arte como un imperativo, como un deseo irrenunciable.

                                                                                  Liliana Bellone 
                                            (Escritora salteña,posee  el premio Casa de las Américas)                                                                                                                                                      


                              

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