Como Alfonsina, Rosa se “levanta temprano” y prepara la mesa para el amor y también sabe ser poeta y vivir como poeta en un compromiso constante y desvelado con la escritura y con el oficio de escribir. Y en este punto aparece la dimensión ética de su trabajo poético, una ética que no elude el silencio y la espera, el camino nada fácil de la palabra liberada de malentendidos, de intereses y superficialidades, arduo trabajo de ensimismamiento y decantación al que la poeta somete la expresión y experiencia poética, donde se dice y se cincela con amorosa dedicación, a través de un recogimiento casi místico, para entregar al lector y al tiempo composiciones plenas, reconcentradas en un ritmo de serena comprensión y madurez. En este sentido, puede pensarse que la poesía de Rosa Machado, en esta instancia, aparece “iluminada”, siempre concisa, pero sin dejar de buscar la belleza y el asombro de la palabra poética, lo que caracterizó siempre su obra. Si en los poemarios anteriores de Rosa surgían figuras barrocas, en La sonrisa descalza, surge la figura clásica, como si se cumpliera la trayectoria obligada del poeta que pasa del romántico clamor de la juventud a la transparencia clásica de la madurez. Sin embargo, hay algo novedoso en la expresión de este libro: el predominio de las imágenes de movimiento: se danza, se mece, se mueve el universo a través de la mirada cósmica de la poeta, como si se aseverase que todo es movimiento, paradójicamente eterno, como los gestos de la bella danzarina.
Acompañada por las reverenciadas y amadas voces de Wislawa Zymborska, Federico García Lorca, Manuel J. Castilla, decires mapuches que llegan desde la memoria colectiva, Juan L. Ortiz y el alma única y excelsa de San Juan de la Cruz, cada una de las composiciones de La sonrisa descalza recuerdan al lector que el camino de la vida puede cumplirse a través de una mirada dispuesta a amar y divinizar las empresas humanas en un acto de soberana belleza, oyendo los tenues llamados de los brotes de los lapachos en primavera, del sol, contemplado los pasos de bailarina de la hija y las miradas de los enamorados.
Con respiración de maga o de ángel, Rosa descifra el universo y dota a su paleta de poeta de verso libre, con un mensaje de claridad y vida. En suma, lo ético surge en su arte como un imperativo, como un deseo irrenunciable.
Liliana Bellone
(Escritora salteña,posee el premio Casa de las Américas)
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