Por Teresa Leonardi
“ La sonrisa descalza”, este oximoron ya anuncia lo que Rosa Machado ira tejiendo como materia poética: la dialéctica entre plétora y escasez, entre fulgor y opacidad, entre horas jubilosas y climas melancólicos. Cuidado y devoción por lo viviente y lo que adviene, temor y resistencia frente al nihilismo y lo tanático, esos oscuros tsunamis del presente. Con parecido gesto al de los hindúes que abrazan a los árboles para impedir su tala, la poeta arropa y protege con palabras el cálido y mínimo cosmos personal que fue construyendo con los años, ese universo sostenido por los seres amados y sus sueños de un planeta futuro cuya brújula señale un solo norte: el reino de la hermandad delicada.
Pero todo mandala participa de lo publico y privado, es fortaleza porosa cuyas diástoles y sístoles abren y cierran a un mundo hoy amenazado por la oscuridad y el desconcierto. De allí la urgencia de un existir alerta “para resguardar lo delicado. El accidente amenaza. Cuidamos todo parados en el centro, solos ante la incertidumbre .”
En la intemperie epocal la voz de Rosa Machado irrumpe como una campanada que nos convoca como el ángel de Walter Benjamin a detener las manecillas del reloj porque el tren del progreso desemboca en mortíferas centrales nucleares, porque es necesario destejer el fetiche del parto medicalizado restaurando las antiguas usanzas de alumbrar la vida, porque urge erosionar la asfixia de la pura razón oponiéndole el corazón llameante del amor y la compasión.
Para Rosa Machado el acto de escritura es primo hermano del dar a luz un niño. Ella ha elegido como esposo a Eros, el de doble rostro, solar y lunar. Con él engendra textos que nutre con su cuerpo, su sangre y su vuelo y luego los alumbra y los ofrenda a lectores adoptantes
A este reciénnacido bautizado “La sonrisa descalza” que su madre me acercó con amoroso gesto, lo leo, lo releo y lo reescribo con el convencimiento de que es bello, jovial, lúdico, fraternal, esperanzado y hoy anida en el anaquel de los libros que me regalan “respiración y altura” como diría Vallejo.
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